Yo la amaba, la adoraba, la amo, la adoro. Cuando estoy en tiempos malos, siempre le hablo, y sé que me escucha, aún así no me pueda responder, yo la siento. Acá, en mi corazón. Ella vive allí, yo lo sé. Todavía siento sus abrazos, sus palabras, sus gestos… la extraño como a nadie. Sufrí mucho cuando se fue, a cierto punto que me llevó tiempo superarlo…pero hoy sé que sea donde se que esté, esta bien. Yo lo siento, dentro de mí. Y si pudiera hablar con ella, solo necesitaría decirle tres palabras: te amo tanto. El resto, serían todo abrazos, y sonrisas. No tendría que decirle que estoy bien, porque ella es un ángel que me cuida.
Todos sabemos que llegará el día en que una abuela, o un abuelo fallezcan. Es algo doloroso de pensar, pero sabemos que por el ciclo de la vida, es normal que las personas que tienen más edad, se vayan antes que vos.. Y si vino en esta vida con alguna misión, estoy segura de que esa se cumplió, porque nos dejo una enseñanza tan grande. Muchos conocemos la frase “vive cada día como si fuera el último”, ¿pero realmente le hacemos caso todos los días a esa frase? Nos enojamos, nos peleamos con gente, decimos y hacemos cosas de las cuales nos arrepentimos luego. Pero no nos damos cuenta de lo corta que puede ser la vida, ni de la importancia de aprovechar cada momento que se nos regala, y disfrutarlo. Nos quejamos muchas veces por pavadas, cuando tenemos un sol afuera que nos llena de energía. Tenemos todo un mundo para recorrer, tenemos millones de personas para amar, y cada minuto para disfrutar. Pienso yo que la vida es un regalo, un hermoso regalo, y tenemos que saber valorarlo a cada instante. A ella, le digo gracias por el aprendizaje que dejó en cada uno de nosotros.
Y sin embargo hoy, las extraño, pero no estoy triste. Hoy sonrío, porque se que están bien, rodeadas de amor y de paz, y de que nada malo les puede pasar. Están cuidándome y dándome tranquilidad, de que todo está bien. Están conmigo, en mí.
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