lunes, 21 de marzo de 2011

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Ya no sé ni lo que digo, ni lo que pienso, ni lo que hago. Que todo te de igual, que uno más uno sean tres, ni frío ni calor, ni risa ni llanto...
No saber lo que queres, si negro o blanco, si alto o flaco. No saber lo que buscas y no tener ni idea por donde vas.
Odiarte desde la cabeza hasta las puntas de los pies, no poder mirarte al espejo sin ver caer una, dos, tres y cuatro lágrimas. Preguntarte porque cambiaste tanto y ahora... ahora te encontras entre cuatro paredes.
Querer volver al pasado, no querer vivir el presente y ni hablar del mañana. Todo te da igual. No tener ganas de hacer nada, no querer que te vean, que te miren, que te admiren, ni te hablen. Encerrarte todo el día en tu cuarto por como sos, por como eras, por lo que te convertiste, y por lo que dejaste de ser.
Esto... ¡esto no es vida!
Me odio tanto que ni ganas de odiarme más me quedan.
No saber lo que queres y tampoco saber por donde estás, en qué andas, y a donde vas.
Sentirte mareada, malhumorada, con ganas de gritarle a todo el mundo.
Esto es una rutina, y se vuelve pan de cada día...
Y pensar que antes podías y no querías, hoy quiero y no puedo.

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